Me desperté un viernes soleado con la profunda tristeza de una existencia marchita
Y no encuentro alivio alguno ni en lo material ni en lo etéreo
Ni en lo divino ni en lo humano
Unos dioses que no se si nunca han existido o nos han abandonado
Como se dejan de lado las fantasías que realidades han estropeado
No existiendo razones para que esto ocurra, me ocurre, y no lo entiendo
Y me pregunto si solo a mí me ocurre exiliado por mis especulaciones
O si todos hacen como si no les ocurriera partícipes de un artificio de pertenencia.
Me desperté un viernes soleado acompañado de una mujer preciosa
Y su belleza me entristece, no por el consumo corpóreo que la hará fugaz
Sino por el temor de no poder admirar ese consumo
Al no hacerla feliz con mi ridícula e indigna presencia
¿Qué culpa tendrá? Temo, y me preocupo
Y no sirve de nada, pero me preocupo
Y tengo ganas de vomitar y no vomito
Y no encuentro refugio ni en su cuerpo ni en mis reflexiones
Ni me satisfago en hedonismo ni en rezos
Ni me alivia la idea de una salida fácil y sin embargo en esta jaula,
La deseo.
Hago almohadas con pesadillas, disfruto del paseo acomodado sabiendo que hay final
Y me tenso al despertar en la violencia silente oculta tras sonrisas a desconocidos
Conversaciones vacías que hagan rebosar de mierda nuestras cabezas
Para ocupar cada segundo y cada minuto, y así pasen las horas y salga la luna.
Y deseo ser un pájaro y volar
Preocupándome solo de eso
Buscar refugio en los días de lluvia
Y cantarle al sol en los viernes soleados,
Como hoy.