Soy incapaz de distinguir grises en Montevideo
y los colores se visten de funeral.
Diez mil kilómetros son pocos,
estando a años, bombillas fundidas.
Me miras, pantallas: tus ojos, y tu boca que es ceniza,
volándose las ondas de tu querer.
Frío hiela mi cuerpo y sube amargo
como noches de lluvia en Burriana.
Flashes y gotas de lo que no es.
Plumas en el fuego de lo que será.