. . . y los habrá peores.

jueves, 12 de mayo de 2011

Y el cielo azul

Era uno de esos días en los que te encuentras de buen humor. En los que te gusta tanto que el viento sople a tu favor, simplificando cada paso, avanzando con la facilidad de un río descendiendo montaña abajo; al igual que te pegue en la cara, levantando tu pelo, alborotándolo, haciendo costoso cada movimiento, superándolo como si te hubieras adentrado en una muchedumbre furiosa deseosa de frustrar tu avance.

Me encanta el cielo azul en esos días, cuando temprano puedes ver la mancha blanca de la luna invadiendo el azul eterno, incluso durante las horas en que el sol aun manda, y desearía perderme en el mar en una noche como esta, o estar en la montaña, y ver las estrellas que nos perdemos cada noche.

Me encanta también cuando las pocas nubes que hay, blancas, sin intención de estropear tu buen humor, se sitúan estratégicamente al oeste, y sus formas se entremezclan con los colores de la caída ordinaria del imperio solar. Rojo, rosa, amarillo, hasta la oscuridad total.

La variedad cromática simula una gran pintura que debe de estar creada por al menos un centenar de los mejores grafiteros del panorama actual.

Pero si de verdad tienes suerte, el día comienza con nubes negras. Y aunque no empieza perfecto, te das cuenta de que lo será cuando se inicia la descargar de toda el agua que habían acumulado unos días atrás. De un color grisáceo, se vuelven blanquecinas, el arcoíris sale mientras el sol y la lluvia se funden. Y cuando ésta deja de caer, el centenar de grafiteros vuelven a dejar su signatura al atardecer y la noche queda despejada y aparece el mismo deseo de perderse y estrellarse en la oscuridad, tumbado mirando tan alto como no podemos imaginar, perdidos en la infinitud.

Hay que tener mucha suerte para tener unos de estos días. La suerte hay que buscarla, pero sobre todo estar confiado en que vamos a encontrarla.

http://pienseconmoderacion.blogspot.com

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