Nos miramos.
Estreché mis adentros.
Entre el mar de luces, la roja nos detiene.
Cada uno en su orilla.
Ruge en silencio la avenida.
Cruzamos las miradas para siempre.
Se clava un instante en mis entrañas,
talla una sonrisa para el resto del día
y un sueño para cada noche desde entonces.
Nunca pasó.
Vivía entretenida jugando dentro de un iPhone.
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