No solo es jazz para las heridas
O hip hop que me involucre en sociedad:
Sentir, luchar, vivir, solidaridad.
No es electrónica agresiva
Para evadir la realidad,
Como rock underground de un yonki
De sobredosis y Descanse En Paz.
No es solo la melodía que lleva la instrumental
O letras como balas de inmensa agilidad verbal.
Es el alma en mis oídos que no para de sonar
El play da sentido y forma,
STOP. Y volver a empezar.
. . . y los habrá peores.
martes, 29 de noviembre de 2011
domingo, 20 de noviembre de 2011
Pequeño viajero
Sé de un niño pequeño
Sobre una máquina alada
que porta gafas de aviador
y sueña con sobrevolar
y sueña con sobrevolar
mares inmensos de espuma.
Sobre una máquina alada
de caparazón metálico
despoja al viento a su paso
despoja al viento a su paso
dando sentido al camino.
Quiere ver selvas, monumentos,
lugares escondidos y recónditos,
recorrer largas sendas, muy lento,
recorrer largas sendas, muy lento,
empapar de imágenes sus recuerdos
cuando no estén, retomar esos momentos.
cuando no estén, retomar esos momentos.
Sé de un niño pequeño
que se echó la maleta al dorso
y sueña con lazos eternos
y sueña con lazos eternos
de tablones de madera y amasijo férrico,
corriendo contra el paisaje
corriendo contra el paisaje
a lomos de un gusano gigante
serpentea como su ancestro de carbón
adentrándose en montañas y disfrutando entre valles.
serpentea como su ancestro de carbón
adentrándose en montañas y disfrutando entre valles.
Goza de las sonrisas de hospitalarios desconocidos
se deleita durante horas de oportunas conversaciones
en el refugio de la sombra de un bar oscuro
se deleita durante horas de oportunas conversaciones
en el refugio de la sombra de un bar oscuro
en tolerancia explorando otras culturas
cataratas por la garganta de frío ámbar,
cataratas por la garganta de frío ámbar,
porque no hay forma de amar más pura.
Sé de un niño pequeño
que ama el calor del hogar
pero no teme, sino sueña,
pero no teme, sino sueña,
con vivir para viajar.
domingo, 6 de noviembre de 2011
viernes, 4 de noviembre de 2011
Naranjas que son cebollas
La ciencia avanza, a mejor o peor es cuestión opinable, “quién sabe a dónde vamos a llegar” diría cualquier anciano preocupado por el devenir del mundo. No resultaría extraño si un día nos dicen que en cualquier invernadero, de los que cubren la tierra creando mares de plata como el de Almería, han creado una nueva fruta: “La naranja-cebolla”.
Pues veréis, os confío el secreto: he encontrado una de esas en mi casa.
Iba a probar el nuevo exprimidor, supongo que será de IKEA como todo lo que se compra últimamente en mi casa, que en vista de las futuras elecciones no está del todo mal cuando tenga que emigrar a Suecia, ya sea por Erasmus o porque este país tan nuestro de toros, azahar y paella se haya ido definitivamente a la mierda.
En lo que estaba, probando el exprimidor desconocía la capacidad de estas nuevas frutas para evocar recuerdos. Y os cuento, como un PowerPoint de los programas de cocina:
- Coge unas naranjas (tantas como zumo desees).
- Coge unas naranjas (tantas como zumo desees).
- Córtalas por la mitad con un cuchillo.
- Enchufa el exprimidor.
Hasta ahí todo se puede parecer al procedimiento con el que se tratan las naranjas normales.
Pero en el momento de hacer girar el exprimidor, es como exprimir cebollas, cebollas que citan lágrimas y agitan recuerdos. Vinieron de momento, más intensos y reales que una visión con LSD.
Cualquier mañana durante el curso, unos 10 años atrás, con el uniforme verde de algodón o de la tela que sean los polos del colegio, del mismo que contó mis entradas y salidas durante 14 años, los pantalones, cortos o largos, color azul marino apoyados en una silla de mi cocina con el hilo musical del motor de una máquina mucho más antigua que las creadas en macrotiendas suecas, esperando con el tazón de cereales delante (al que nunca he llamado de cereales sino “de crispis”) y sus manos de toda una vida agotando cada gajo, cada gota de jugo, para llenar un vaso, como cada mañana.
Extractos de naranja que se toman al momento “para no perder sus propiedades”, si vives con una persona de 80 años lo sabes. Igual que la insistencia con la que hay que ponerse el chaquetón cada mañana, aunque el fuego sevillano diga lo contrario.
La esencia de una fruta y de repente estaba allí. Donde siempre estuvo, en su cocina, en mi cocina, conmigo midiendo la mitad cuando aun miraba hacia arriba para encontrar sus ojos, su pelo canoso, su alma plena de energía incansable, madrugones a las 6 de la mañana para hacer de comer y poner en funcionamiento una casa entera.
El zumo estaba delicioso. Tamizado con cariño para evitar la pulpa, como cada mañana, como un ritual, como rutina de un vínculo que permite que hoy, sin importar la hora que sea, la edad o la talla que tenga y de que haga unos meses desde que te fuiste, vuelvas a estar conmigo durante este eterno instante.
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